Pánfilo de amor
(Liber Pamphilus)
breve fragmento que corresponde al comienzo de la aventura de Doña Endrina y Don Melón, cuando éste la percibe cruzando la plaza (627...)
Escena III - (Pánfilo, solo)
Pánfilo
¡Fácilmente ofrece el sano consuelos al enfermo; pero no por eso olvida el doliente la presencia del mal! Los consejos de Venus no alivian mi dolor, pues Amor sigue imperando en mi afligido pecho. Hasta este instante puse en ella toda esperanza de auxilio; mas ahora la esperanza desapareció, y sólo subsite el dolor. No escaparé, ¡infeliz de mí!; abandonóme el marinero en medio de las ondas; busco el puerto, y no me es posible hallarlo. Mas, en este trance, ¿qué haré? A ella se vuelve toda mi esperanza, y con ella me importa razonar ahora... ¡Dios, cuán hermosa viene, con los cabellos sin adorno! ¡Qué ocasión tan oportuna sería ésta para hablar con ella! Pero, de repente, me sobrevienen tales miedos... ni estoy en mi seso, ni soy dueño de mis palabras, ni tengo fuerzas. Pies y manos me tiemblan. No hay voluntad que valga para el que se halla sobrecogido. Muchas cosas tenía pensadas allá en mi interior con objeto de decírselas, pero el temor me hace desechar cuanto se me ocurre. No soy el que era; apenas puedo conocerme a mí mismo, ni la lengua obedece al pensamiento; mas, con todo, hablaréla.
Escena IV (Pánfilo, Galatea.)
Pánfilo
Mi sobrina, la de la otra villa, te envía por mi conducto mil saludes, y se ofrece a tu servicio. Sólo te conoce de nombre por lo que de te le han contado, y, si llegare la ocasión, desearía verte. En aquel lugar me quisieron retener mis parientes, que son de las personas distinguidas que allí abundan. Ofrecíanme una doncella de gran riqueza, con otras ventajas que no importa referir ahora. De nada hice caso; tú sola me has agradado; por ti despreciaría cuanto hay en el mundo. En juego hablamos; así lo hace muchas veces la mocedad; palabrillas que lleva mezcla de burlas, no engendran contienda alguna. Pero ahora digámonos recíprocamente los secretos del corazón, y que ninguno, fuera de nosotros, se entere de ello. Démonos palabras de hacerlo así, no. --Nada hay en el mundo más grato que tú para mí. Ya han trnascurrido tres años desde que comencé a amarte, y nunca me he atrevido a comunicarte mis deseos. No gasta mucho tiempo el sabio en hablar con el sordo, ni conviene que nosotros razonemos extensamente en vano. Te amo con toda mi alma; no quiero decirte más, mientras tú no me comuniques tu parecer.
Galatea:
Bien así engañan muchos a muchas con variadas artes, y así el hombre astuto se burla de muchas. Pensaste volverme loca con tus palabras y artificios; pero no lograrás engañarme, a pesar de todo tu ingenio. Busca otras mujeres más conformes que yo con tus deshonestas costumbres; ¡que tu falsa fe y tus arides las trastornen!
...