Exemplum - definición
Por exemplum, en el
sentido amplio del término se entendía una historieta, una fábula o una
parábola, una moraleja o una descripción que pudiera servir de apoyo a una
exposicion doctrinal, religiosa o moral. (Welter. L'exemplum dans la litterature
religieuse et didactique du Moyen Age. Paris: 1927)
L. de los exemplos por
ABC de Sánchez de
Vercial
Los Alphabeta exemplarun - muy difundidos en s. 13, poco en el s.
14, vuelven a aparecer en el s. 15. Esta = la más extensa recopilación de
cuentos de la literatura castellana (+500 ejs, dispuestos por orden alfabético
según la palabra de la sentencia latina [trad. debajo al esp.] que encabeza
cada sección y sirve a la vez de índice.
La colección proporcionó un repertorio que usaban los predicadores para
ilustrar sus sermones.
Las fuentes: toda la literatura medieval: folósofos, historiadores y poetas clásicos,
evangelistas, Santos padres, fundadores de órdenes religiosas, moralistas,
colecciones de cuentos y sentencias.
Tenía esa literatura además un caracter recreativo: según se ve en
el prólogo de Sánchez de Vercial: "proponía de copilar un libro de
exenplos por a.b.c. e después rreduzirle en rromançe, por que non solamente a
ti mas ahún a los que non sabe latín fuese solaz"
Espéculo de legos (s. 15)
Es una
traducción del Speculum laicorum (compil. s 13; y muchos mss.)
Pretende
ser manual de predicación y guía de lectura espiritual. Su autor es quizá un monje mendicante. Su
contenido sigue el procedimiento alfabético. A su vez, cada cpt. sigue un orden:
definición, división y exposición de la materia, citas de autoridades y
ejemplos.
Libro de los gatos (s. 15)
Es una traducción de las Fabulae o Narrationes de Odón de
Cheritón (s. 13)
Tiene marcada intención satírica:
los vicios de todos los estamentos sociales de la época: la hipocresia
de los clérigos, la corrupción de alcaldes y magistrados, etc. todo expresado
mediante fábulas
Erasmo de Rotterdam (s. XVI)
(los ejemplos) Erasmo critica
abuso que la predicación hacía de ellos.
"el espíritu humano está hecho de tal manera, que le es más accesible
la ficción que la verdad. Si alguien
desea una prueba palpable y evidente de esto, no tiene más que entrar en una
iglesia cuando haya sermón, y allí verá que si se habla de algo serio, la gente
bosteza, se aburre y acaba por dormirse; pero si el voceador (me he equivocado,
quise decir el orador) comienza, como es frecuente, a contar algún cuento de
viejas, todos despiertan, atienden y abren un palmo de boca (ed Aguilar, 6a
ed, 1967, 151-2).
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